El hombre que tenía miedo a ser herido
Mi secretaria dejó el sumario sobre el escritorio y me [...]
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Me había pasado treinta años escapándome de mi misma. Tantos [...]
Me vestí con mi mejor ropa. Un Levis original, y [...]
Buscando no sé qué cosa en el sótano de la [...]
Nos pasamos la vida tratando de ser otros. Nos frustramos, agotamos y pese a todo seguimos insistiendo. Como si a alguien realmente le importara. Como si la recompensa de ser otro fuera mayor al dolor de negar quienes somos.
El dolor de ser rechazados siempre es mucho menor que el dolor de sostener lo que no somos
El dolor de ser rechazados es siempre menor al dolor de tratar de ser alguien que no somos.
Cuando nuestras ideas no encajan en la realidad, los que indefectiblemente sufren somos nosotros, nunca la realidad.
El universo no gira a nuestro alrededor. Cuando lo recordamos, podemos ver a los demás desde otra perspectiva, y construir vínculos sanos, de ida y vuelta.
Muchas personas creen que los demás tienen vidas interesantes. Que en cambio, en las suyas no pasa nada. Es la mejor fórmula para desperdiciar la vida, generando una profecía autocumplida.