El hombre que nunca podía relajarse
Siempre descalifiqué a las personas que gastan dinero en entrenadores [...]
Siempre descalifiqué a las personas que gastan dinero en entrenadores [...]
Me había pasado treinta años escapándome de mi misma. Tantos [...]
Mi jefe miró detenidamente la planilla con los resultados del [...]
Vivimos buscando certezas, seguridades. Tememos el cambio, mas por ser animales de costumbre, que porque el futuro pueda ser malo. Cuando el presente es suficientemente doloroso, el cambio empieza a tener sentido y estamos dispuestos a correr un riesgo.
Cómo sería tu vida si no tuvieras ambiciones? Nada que lograr, nada que sostener, nada que esperar? Las metas y objetivos; nos empujan hacia adelante o son una fuente inagotable de sufrimiento?
La angustia es miedo a un futuro posible que no queremos. En cierto sentido, es rechazar la realidad. La paz sobreviene cuando soltamos ilusiones, anhelos, fantasías y podemos aceptar las pérdidas y aceptar la realidad.
A veces sentimos miedos completamente desproporcionados, en donde nuestra reacción no guarda relación con la amenaza. Lo mejor es tomar conciencia, y poder verlo.
Cuando sentimos tanta presión por lograr objetivos (propios o socio culturales), la vida se vuelve un infierno. Somos incapaces de aprender, de disfrutar, de ser curiosos. Solo hay espacio para cumplir y conocer temporalmente una suerte de alivio que dura hasta la nueva prueba. Por suerte hay mejores maneras de vivir.