«Hice lo peor que puede hacer una víctima de abuso sexual: tratar de convencerme de que no había pasado nada»
Me había pasado treinta años escapándome de mi misma. Tantos [...]
Me había pasado treinta años escapándome de mi misma. Tantos [...]
Qué dosis de verdad puede tolerar una persona? Cuál es el límite entre una mentira que busca proteger al otro y el engaño? Es posible tener paz, cargando con una mentira importante?
Solo mirando nuestros dolores a los ojos podremos sanarlos. Aún los intolerables deben ser enfrentados, como único camino para que finalmente, al ser recibidos, podamos recuperar la paz.
Tenemos que entender que somos seres contradictorios. Negar nuestras áreas oscuras es rechazarnos a nosotros mismos. Y una buena vida requiere que digamos sí a lo que somos.
A veces nuestros esfuerzos por evitarles dolores a los demás, terminan agravándolos. De los dilemas, contradicciones y paradojas de la vida, se sale diciendo la verdad.
¿Se puede vivir evitando el conflicto? ¿Qué pasa cuando dejamos de ser lo que somos, solo para no pelear o no ser rechazados? ¿Cuál es el precio de sostener una conducta así?
La vida puede ser comprendida mirándola para atrás, pero nunca para adelante. A la distancia, la mayoría de nuestro sufrimiento parece haber sido generado por asuntos poco relevantes. Y tal vez, su único sentido fue hacernos crecer.
Solemos tener dolores guardados tan profundo, que creemos que no los tenemos más, o que hemos perdonado. Sin embargo, están ahí, condicionando nuestras vidas. El primer paso de la recuperación es enterarse que aún los tenemos, y que por lo general son enormes.
La vida no es una obligación. Y si existe una principal, es la de conocerse y elegir cómo uno quiere vivir. En vez de cumplir con todas las expectativas o quejarnos por ello, debemos conocer cuáles son nuestras expectativas, posibilidades y armar nuestra vida desde ese lugar.
Nos pasamos la vida pretendiendo estar en un lugar distinto al que estamos. En otras circunstancias. En otra actividad. Con otras personas.