Es posible evitar al destino?
Se puede evitar el destino? O acaso todos nuestros esfuerzos solo sirven para ratificarlo? Sea como sea, lo mejor que podemos hacer es pelear con todas nuestras fuerzas hasta que el destino nos sea revelado
Se puede evitar el destino? O acaso todos nuestros esfuerzos solo sirven para ratificarlo? Sea como sea, lo mejor que podemos hacer es pelear con todas nuestras fuerzas hasta que el destino nos sea revelado
Nos puede tomar décadas comprender que es lo que vinimos a hacer a esta vida. Las experiencias fuertes nos marcan para siempre y condicionan y determinan nuestra vocación. Pero la vida, nunca se la comprender mirando hacia el futuro, sino solo cuando miramos para atrás
Todos tenemos dudas, inseguridades. Aún muchas de las personalidades más destacadas de la historia dudaron de sí mismos. Y sin embargo, eso no les impidió ser lo que tenían que ser. Nuestro ser siempre sale a la luz, siempre se expresa. Aún a pesar de nosotros mismos. Claro que si lo cuidamos, le damos cabida, mucho mejor.
Por lo general, tenemos mucho miedo de jugarnos por eso que tanto anhelamos. Optamos por protegernos del dolor del fracaso a lograr nuestro sueño.
Encontrar nuestra misión suele llevaños... Si somos capaces de reconocer todas las pistas que la vida nos muestra.
¿Se puede vivir evitando el conflicto? ¿Qué pasa cuando dejamos de ser lo que somos, solo para no pelear o no ser rechazados? ¿Cuál es el precio de sostener una conducta así?
¿Creo en lo que hago? Y si no creo; ¿por qué lo hago?
Por lo general, nuestra intransigencia a desviarnos del camino que planeamos, es la mayor causa de que perdamos el rumbo. Cuanto más abiertos estemos a transitar caminos imprevistos, más chances tenemos de llegar a algún lado interesante.
A los 18 años es improbable conocer cuál es nuestra vocación, cuál es nuestra misión en esta vida. Por lo general, suele tomar décadas averiguarlo, siempre que estemos dispuestos a conocerlo, y no lo resignemos ante muchas razones atendibles que solo esconden una verdad: tenemos miedo. Miedo de pelearnos con nuestros padres y afectos, miedo de fracasar.
Solemos pasarnos la vida tratando de encontrar la felicidad fuera de nosotros. Resulta paradójico que ignoremos lo que expresa nuestro corazón, convencidos que encontraremos la felicidad en lo que la sociedad nos dicta. Hasta podemos llegar a convencernos que nuestra esencia, lo que somos, puede amenazar lo que debemos hacer para ser felices. Es exactamente al revés.