baila como si nadie te estuviera viendo
Cómo sería tu vida si la mirada de los otros no te importara tanto?
Cómo sería tu vida si la mirada de los otros no te importara tanto?
El cambio no puede forzarse. El cambio sucede. Solo cuando dejamos de hacer esfuerzos y aceptamos, estamos creando las condiciones para ser transformados.
Muchas personas viven sintiéndose obligadas a responder. Deben cumplir con todas las expectativas y necesidades de los demás. Buena fórmula para perderse en la vida.
Lleva mucho tiempo rehabilitarnos de nuestros fantasmas. En cierto sentido, lleva toda la vida. Pero el primer y decisivo paso es dejar de negarlos. Registrarlos y aceptarlos, para que dejen de manejarnos la vida.
El enamoramiento puede ser fatal. Puede destruir la vida tal como la conocíamos. Y no tiene gama intermedia: del máximo gozo al máximo sufrimiento en cuestión de instantes.
Borges decía: "no existe instante que no pueda convertirse en un cráter del infierno; no existe instante que no pueda ser agua del paraíso; no existe instante que no esté cargado como un arma". ¿Cómo hacemos para seguir viviendo cuando nos enteramos de lo precario y frágil que es todo?
Por lo general, corremos para escapar de nosotros mismos, de lo que nos duele, nos molesta. La velocidad es un ansiolítico. El tema es que todo aquello de lo que escapamos, finalmente nos alcanza, agravado.
Por lo general, nuestro deseo de cambio surge de la intolerancia con nosotros mismos, con nuestros defectos, limitaciones, errores. Y eso nunca resulta. El único cambio verdadero no se fuerza. Sucede.
¿Mentimos para evitarle un mal al otro? ¿O para evitarnos un problema a nosotros mismos?
La etimología de adicción es no poder decir. ¿Cómo no vamos a ser adictos cuando no podemos sacar lo que tanto no hiere, nos frustra, nos duele? Poder decir lo que nos pasa es sanador. Nos saca de nuestro aislamiento para integrarnos nuevamente al universo. La palabra puede ser redentora.