Determinación
Solemos creer que las personas que triunfan tuvieron suerte. Y sí, definitivamente es una parte del éxito. Sin embargo, detrás de grandes logros, siempre hay una persona que no aceptó los límites que la realidad trataba de imponerle.
Solemos creer que las personas que triunfan tuvieron suerte. Y sí, definitivamente es una parte del éxito. Sin embargo, detrás de grandes logros, siempre hay una persona que no aceptó los límites que la realidad trataba de imponerle.
Cuando la forma es más importante que el fondo, tenemos un problema serio.
¿Qué epitafio te gustaría tener? Cuidado con lo que vas a contestar.
El corazón humano suele enfermarse de una patología mortal: la enfermedad de no creer más en nada. Pero la libertad puede curarnos, si es que queremos vivir.
Los seres humanos anhelan poder quedarse en el lugar de la vida en que se sienten cómodos, a gusto, felices. Pero eso no es posible. La vida sigue y necesariamente tendremos que dejar atrás eso que tanto queríamos.
Muchas veces nuestra generosidad es una solapada inversión. Para reducir la chance que nos lastimen, o para que nos den todo lo que necesitamos. Afortunadamente, esa inversión tiene muy malos resultados.
Por más que nos queramos poner a salvo de las emociones, no se puede. La vida suele pasarnos por encima. Y en los casos de personas que insisten en vivir poniéndose a salvo de ellas, se convierten en muertos en vida.
El amor puede confundirnos. Como así también la búsqueda de reconocimiento y otras carencias profundas. Sólo dos personas maduras pueden relacionarse o tener un amor maduro, sano, que necesariamente requiere conocer los propios límites.
La distancia entre lo que querríamos o debiéramos ser, y lo que somos nos vuelve implacables con nosotros mismos. Y en muchos casos, nos lleva a anular ese diálogo interior, ya que no terminamos de aceptar lo que somos. Todas condiciones ideales para tener una mala vida.
Las heridas del alma también necesitan sanar. Y sólo el perdón las sana. Hay que perdonar a la vida (Dios), el prójimo, y a uno mismo. No hay otro camino hacia la paz.