La clave para no paralizarnos (ni destruirnos)
Nuestra exigencia suele destruirnos. Aspiramos a tanto, y tenemos estándares tan altos, que al final quedamos paralizados. Aplastados por el propio peso de la carga que nosotros mismos nos inventamos. En vez de dar vueltas y vueltas mirando la cima de la enorme montaña que tenemos que escalar, tenemos que empezar a caminar.