¿Alguien puede salvarse a sí mismo?
Solo cuando asumimos nuestra impotencia y nuestro fracaso, la vida puede ingresar en nuestro corazón y empezar a modelarlo.
Solo cuando asumimos nuestra impotencia y nuestro fracaso, la vida puede ingresar en nuestro corazón y empezar a modelarlo.
La vida puede ser comprendida mirándola para atrás, pero nunca para adelante. A la distancia, la mayoría de nuestro sufrimiento parece haber sido generado por asuntos poco relevantes. Y tal vez, su único sentido fue hacernos crecer.
Como no tuvimos amor, buscamos reconocimiento. Pero es un sustituto muy pobre y que encima, cuesta carísimo. Mejor aprender a vivir de otra manera.
Solemos tener dolores guardados tan profundo, que creemos que no los tenemos más, o que hemos perdonado. Sin embargo, están ahí, condicionando nuestras vidas. El primer paso de la recuperación es enterarse que aún los tenemos, y que por lo general son enormes.
La paz y alegría no se pueden comprar. Dependen de un corazón sano, capaz de escuchar la verdad y vivir en consonancia con ella.
Una cosa es la felicidad exhibida y otra es la felicidad real. Nos educaron para alcanzar la felicidad exhibible. Y aunque no dé mucho miedo, debemos dejar de hacer aquellas cosas que nos programaron para alcanzar la felicidad, porque ya hemos experimentado que no nos hacen felices, sino más bien, todo lo contrario.
El enamoramiento puede ser fatal. Puede destruir la vida tal como la conocíamos. Y no tiene gama intermedia: del máximo gozo al máximo sufrimiento en cuestión de instantes.
Por lo general, corremos para escapar de nosotros mismos, de lo que nos duele, nos molesta. La velocidad es un ansiolítico. El tema es que todo aquello de lo que escapamos, finalmente nos alcanza, agravado.
¿Temés pelearte por miedo a salir golpeado? Los que se mantienen siempre a salvo terminan aún más golpeados.
No nos gusta la incertidumbre. Pero la búsqueda de seguridades y certezas solo nos trae problemas más grandes.