Paradojas
La vida está llena de paradojas, contradicciones, ironías. Aprender a vivirlas, es también aprender a vivir.
La vida está llena de paradojas, contradicciones, ironías. Aprender a vivirlas, es también aprender a vivir.
El éxito suele ser un espejismo. Y sin embargo, la mayoría de los seres humanos gastan toda su vida persiguiéndolo.
¿Qué epitafio te gustaría tener? Cuidado con lo que vas a contestar.
El corazón humano suele enfermarse de una patología mortal: la enfermedad de no creer más en nada. Pero la libertad puede curarnos, si es que queremos vivir.
Cada ser humano es algo inmenso y misterioso. No hay felicidad posible si uno no es capaz de conocer quién es y cómo es. Sabiendo que difícilmente eso encaje en lo que establece la sociedad.
Aprender siempre es difícil. Pero lo es aún más si nosotros pensamos que debiera suceder con rapidez, o que los errores no debieran formar parte del proceso.
El amor puede confundirnos. Como así también la búsqueda de reconocimiento y otras carencias profundas. Sólo dos personas maduras pueden relacionarse o tener un amor maduro, sano, que necesariamente requiere conocer los propios límites.
Pese a nuestros enormes esfuerzos por controlar la vida, ésta siempre desborda. No entra en una caja, ni mucho menos, en nuestras ideas.
A veces ni en el círculo más íntimo encontramos espacio para mostrarnos como somos. Hay terror a exponerse, a equivocarse, a que nos rechacen. El mecanismo de protección a esa situación termina siendo aislarse, que es la peor solución. Después de todo, cuanto antes sepamos con quienes podemos ser lo que somos, mejor.
Mal que nos pese, la vida no es algo a conducir. Va por donde quiere. Aunque por algunos ratos parezca ceder a nuestros esfuerzos. Pero finalmente, va por donde va.