¿Esto era todo?
La vida puede ser como un barril sin fondo, en donde nada nos alcanza. Y sin embargo, nos estamos muriendo de hambre en medio de un banquete.
La vida puede ser como un barril sin fondo, en donde nada nos alcanza. Y sin embargo, nos estamos muriendo de hambre en medio de un banquete.
Vivir es bien difícil. El dolor del pasado puede destruirnos, y el miedo al futuro paralizarnos. Y tarde o temprano, la vida nos exigirá la determinación de Alejandro Magno para quemar las naves, como única forma de seguir adelante.
El miedo es la emoción dominante de todo ser humano. Y todos los miedos remiten a uno, el miedo a morir. Nuestro cerebro no difiere mucho del cerebro primitivo, extremadamente sensible a riesgos que amenazaran la supervivencia. Y aunque hoy en día no estemos expuestos a esas situaciones, seguimos funcionando como hace millones de años.
La vida no es una obligación. Y si existe una principal, es la de conocerse y elegir cómo uno quiere vivir. En vez de cumplir con todas las expectativas o quejarnos por ello, debemos conocer cuáles son nuestras expectativas, posibilidades y armar nuestra vida desde ese lugar.
¿Qué hacer cuando ya no hay nada que hacer?
Las heridas del alma también necesitan sanar. Y sólo el perdón las sana. Hay que perdonar a la vida (Dios), el prójimo, y a uno mismo. No hay otro camino hacia la paz.
Fracasar está bueno. Equivocarse está bueno. Tener limitaciones nos lleva a aprender cosas que de otra forma nunca aprenderíamos si no tuviéramos problemas.
A veces tardamos mucho, muchísimo en darnos cuenta de ciertas verdades. Porque es difícil, porque los sentimientos y emociones impiden ver con claridad, o porque no nos conviene. Pero aunque tome mucho tiempo, la vida finalmente nos confronta con ella para que hagamos uso de nuestra libertad y elijamos, cómo queremos vivir.
Competir por el afecto no tiene sentido. Es agotador, y aún si uno lo logra, en realidad obtiene reconocimiento, pero no afecto genuino. Y uno puede pasarse la vida tratando de subir la escalera que está apoyada en la pared equivocada. Es mejor averiguar quién es uno y dejarlo ser. Tratar de ser la persona que los demás admirarían no tiene sentido, no lleva a ningún lado.
Vivimos preocupados por el futuro, que demasiadas veces no llega a concretarse. Lo único real es el aquí y ahora. Es lo único que vivimos, lo único en lo que podemos incidir. Por estar angustiados por ese futuro (imaginario), dejamos ir el presente (real). Y cuando ese futuro se torne presente, seguramente tendrá la pobreza de algo construido con acciones débiles, llevadas a cabo por personas que estaban ausentes preocupadas por el futuro.