Estaban reunidos por los veinticinco años de egresados de la escuela. Después de un cuarto de siglo muchas cosas habían cambiado. La principal, la sinceridad. Después de los cuarenta años ya no había tantas cosas que aparentar. No por ninguna razón virtuosa, sino porque algunas mentiras se volvían evidentes. Una cosa era vender presente o futuro a los veinte, y otra muy distinta intentar hacerlo en la mitad de la vida. En ésta edad, el presente no había forma de maquillarlo. Estaba sobre la mesa. Y todo futuro sería tomado con pinzas.
Ya todos habían experimentado en forma dolorosa y personal que los sueños de Holywood, ocurrían sólo en las películas. La vida y la realidad discurrían por andariveles más modestos.
Dentro de los muchos egresados, un grupo de seis compañeros que habían sido muy amigos, se sentaron juntos en una mesa. Hacía muchos años que no se encontraban y lo primero que llamó la atención de Ricardo fue que nadie tenía muchas ganas de impresionar a nadie.
La típica competencia masculina para ver quién la tenía más larga, había perdido sentido. Y esa realidad tenía profundas implicancias porque abría la puerta a un verdadero encuentro.
Conversaron un rato en forma apacible, actualizándose sobre sus vidas, escuchándose. De los seis, cuatro estaban casados, uno era soltero y Ricardo estaba separado hacía algunos años.
Una vez concluida la ronda de puesta al día, la conversación fue derivando hacia el que sería el único tema de la cena: el sexo. ¿Sería el monotema de los hombres de cuarenta? ¿Alcanzaría a todas las edades? ¿Le pasaría también a las mujeres?
Estas eran algunas de las preguntas que surgían en la mente de Ricardo, un mujeriego empedernido y hasta incomprendido. Raúl, en algún sentido era su contracara. No porque fuera un hombre célibe, sino más bien todo lo contrario. Pero se trataba de un atorrante que había tenido la dignidad de asumir su condición, decidiendo no casarse. Su postura era simple y acertada: -«a mí me gusta más la joda que la vida, por lo cual no tengo ninguna chance de tener una familia razonable. ¿Para qué entonces cagarle la vida a una mujer?» Semejante afirmación, tan contundente como inmadura, producía envidia en el resto de sus compañeros. A los casados, por la libertad que tenía. A Ricardo, porque era la contracara suya. Él lo había querido todo: las mujeres, la pareja, la familia y la joda. Obviamente, había terminado estrellado.
Tal vez con el afán de entender su propia conducta, Ricardo quiso conocer cómo era la vida de los demás. Adrián, uno de los cuatro felizmente casados, contó que venía de pasar un momento muy grato en una casa de masajes. Después que sus compañeros lo indagaran un poco, quedó claro que su preferencia por las putas tenía que ver con no correr el riesgo de enamorarse. Así todo era más seguro, claro, controlado.
Ricardo fue a fondo: -«o sea que no es un tema que te preocupe la infidelidad en sí, o la posibilidad de que tu mujer te descubra, sino de no correr el más mínimo riesgo de que te puedas enamorar y terminar perdiendo el control y tu familia…»
«Resulta algo paradójico porque de todas formas estás corriendo riesgos considerables, aunque es cierto que al menos evitás el de la locura absoluta que produce el enamoramiento. ¿Pero no hay mucha virtud en tu conducta, no? Igual ¿ ustedes creen que todavía podemos enamorarnos a esta edad, o ya fue?», interpeló a todos.
La pregunta no era retórica para Ricardo. Él que se había acostado con cientos de mujeres a lo largo de su vida, estaba convencido que su vida sentimental ya estaba terminada.
Después de tantas historias, tantos incendios, ya se había cansado de sufrir. Tantas veces había estado convencido de haber encontrado al amor de su vida, que después de haberse desencantado tan brutalmente, ahora parecía un anciano al que ya nada lo inquietaba. Por supuesto que seguía creyendo que podía encontrar a una compañera con quien transitar la vida razonablemente. Pero sin esas locuras de las películas o de los primeros meses de enamoramiento.
Dolorosamente había aprendido que ese estado de euforia y alucinación pasaba. Siempre pasaba. Y que por más que los seres humanos estuvieran convencidos que los sentimientos eran eternos, no lo eran. ¿Entonces? Solo enterarse que era así, esperar que el período de enamoramiento se pasara, y ahí ver cómo era en realidad la persona que tenía enfrente. Cuanto más sincera y realista fuera la mirada, más chances habría de tener un encuentro real, y eventualmente armar una buena pareja
Los cuatro amigos restantes, de una forma u otra coincidieron en que no había chance de enamorarse a esa edad. En realidad, la respuesta parecía contener algo de miedo a perder las familias que tenían. Nadie quería que aquella maldición árabe «ojalá que te enamores» fuera cierta. Y el dato paradójico y revelador era que se trataba de una maldición y no de una bendición como uno presupondría. En la mitad de la vida, enamorarse implicaba poner en crisis y probablemente terminar con la familia construida. Toda una desgracia.
Si bien a nadie le escapaba que había muchos casos de hombres de cincuenta años y aún más que se enamoraban en serio, lo cierto es que la mirada de esas personas sobre el proceso era diferente. A los veinte o hasta treinta años, entre las hormonas y la inexperiencia, todos solían pensar que esa sensación maravillosa duraría para siempre. Ahora ya sabían que no. Por ende, el sexo o descubrir un cuerpo nuevo, podía llegar a ser un buen sucedáneo de aquellas emociones juveniles.
Pero no habría que olvidar que ese cuerpo nuevo también se convertiría en conocido después de un tiempo. Por ende, no hacía ningún sentido intentar armar una pareja nueva por esta razón, ya que también tendría fecha de vencimiento. Así las cosas, la mejor conducta era la de la inmensa mayoría de los hombres: tener una esposa o compañera, y paralelamente, acostarse con otras mujeres cuando pudieran.
A efectos de aflojar un poco la conversación de la mesa, Ricardo comentó que un sacerdote amigo se había sincerado confesando que a los cuarenta uno sólo veía tetas y culos. «-Y si eso le pasa a un sacerdote; ¿qué nos queda a nosotros?», conjeturó. Mario, tal vez el más aplomado de todos, dijo: «-yo no creo que esto sea solo un tema de nuestra edad; me parece que dura toda la vida. En esta edad todavía nos quedan bastantes hormonas, y cuando llevamos diez o más años con una misma persona, también necesitamos otras cosas que sabemos que no vamos a obtener en la pareja…»
Mario prosiguió confesando que él no sentía ningún conflicto al ser infiel, porque podía distinguir que eso no lo desestabilizaba emocionalmente. Que ya había pasado esa inexperiencia en la que se enamoraba de toda mujer que le daba bola o con la que se acostaba. Eso estaba bien para los quince años, los veinte, o hasta los treinta, pero era inaceptable a los cuarenta. A esta edad, uno ya sabía lo que quería, y que uno podía tener solo sexo o una linda amistad con derecho, sin por eso confundirse acerca de dónde estaba la compañera que había elegido para compartir la vida. Él no sentía que hubiera una deslealtad.
Para Mario, la fidelidad pasaba por otro lado. Había hombres que no tenían aventuras sexuales pero estaban borrados como maridos. Ser fiel era algo mucho más serio, profundo e importante que no acostarse con otra mujer. Su único conflicto consistía en que tener sexo con alguien que no fuera su esposa llevaba implícito mentir, algo que a él no le gustaba. No encontró solución para esa contradicción, y mucho menos el resto de amigos que lo escuchaban atentos. Todos lo percibieron como el más coherente y maduro.
Los dos compañeros restantes tenían una posición muy similar a la de Mario pero sin que les hiciera ruido mentir. En el fondo, la vida estaba llena de contradicciones y paradojas y había que tratar de llevarlas lo mejor posible.
La conversación parecía llegar a un consenso acerca de que la monogamia era inviable. Quedaba la alternativa de ser un monógamo serial, de esos que tenían relaciones de fidelidad hasta que lo nuevo se tornaba en conocido y entonces cambiaban de mujer. Como esa dinámica se repetía, estaban condenados a cambiar seguido, y nunca llegaban a conocer lo que era una relación más profunda.
Ricardo se preguntó en voz alta, por qué sería que no se podía sincerar este tema. ¿Cómo era posible que las mujeres no quisieran escuchar esta problemática, cuando ocurría en la mayoría de los hombres? Negar la realidad nunca llevaba a buen puerto. Y tampoco era posible pensar que fuera algo pequeño, posible de ser minimizado u ocultado.
Era como pretender esconder el obelisco. Y retomando la frase del cura, si los hombres solo pensaban en tetas y culos y las mujeres solo querían un amor romántico y monógamo para toda la vida, se estaba en presencia de un desencuentro absoluto, una bomba de tiempo.
Alejandro, uno de los que asumía el tema con tranquilidad, reconoció que él tampoco quería que su esposa le contara si tenía aventuras. La pregunta quedó picando y la hizo Diego: «-¿O sea que no tenés drama en que tu esposa esté con otro tipo?» «-Y no», se sinceró Alejandro. «-Sería de una incoherencia total. Pero de ahí a que quiera conocer los detalles…»
Todos se rieron, tal vez hasta un poco asombrados por las conclusiones a las que iban llegando. Lo que veinte años atrás hubiera motivado una ruptura definitiva e instantánea con sus novias de entonces, ahora era un tema más de los que había que tolerar sin darle demasiada entidad.
Llevaban dos horas de una conversación intensa y sincera y a Ricardo sólo le quedaba una duda importante. ¿Qué pasaría por la cabeza de las mujeres? Ese interrogante que ni Freud ni la ciencia habían podido aclarar, parecía demasiado ambicioso para aquél grupo de amigos.
Mario decidió recoger el guante y explorar un poco el tema. «-Yo creo que las mujeres, si bien son biológicamente distintas y esas diferencias incluyen a su cerebro y su pensamiento, también están saliendo del placard. Sincerar este tema es muy difícil porque venimos de la prohibición absoluta, en donde la realidad te deja tan en off side que no es posible abordarlo. Pero como la única verdad es la realidad y no la teoría o nuestras ideas, el brutal contraste de los hechos va modificando también el pensamiento de ellas. Si la fidelidad sexual en el fondo no es un tema tan importante como nos hicieron creer y ellas tienen que aprender a llevarlo de la mejor manera, es natural que también lo miren con más benevolencia para consigo mismas. Y de ahí a que estén dispuestas a tener aventuras hay un paso muy corto…»
Era notable la tranquilidad con que esos seis hombres escuchaban estas palabras. ¿Qué lugar quedaba para el macho territorial y brutalmente celoso? ¿Sería un rasgo de evolución e inteligencia, o solo la nueva cultura ligth? Varios contaron sus propias experiencias con mujeres casadas, demostrando que las mujeres también eran infieles. Solo en la arrogante mente del macho eran fieles, porque la realidad distaba mucho de eso.
Después de todo; si los hombres eran tan infieles y las mujeres no; ¿con quiénes eran infieles los hombres? ¿Solo con un puñado de ninfómanas y promiscuas? Parecía más razonable pensar que las proporciones eran parejas en ambos sexos.
Diego contó el caso de una compañera de trabajo que era homosexual, y que si bien tenía una pareja estable, hacía tiempo que había acordado con su media naranja que dos veces a la semana podrían salir con quienes quisieran. Al principio había sido difícil, porque en el fondo siempre estaba la inseguridad y miedo a que la pareja se enamorara de otra persona. Pero una vez que eso se había superado, la pareja había crecido y fortalecido. La idea no era reforzar los barrotes de la celda sino más bien, abrir la puerta de la cárcel y elegir quedarse y encontrarse con total libertad. Claro que esa modernidad daba algo de escalofríos a todos. ¿Pero era tan descabellada?
El silencio se fue apropiando de la cena. Ya era tarde y la gente se iba. Ricardo se preguntó si dentro de veinte años, el concepto de fidelidad tal como se conocía en ese entonces, desaparecería. No supo qué contestarse. Pensó en la buena fe, en la lealtad profunda de dos seres, no reducida sólo a la sexualidad. También reflexionó en la libertad y en las permanentes contradicciones y paradojas de la vida. En la necesidad de, aunque pareciera imposible, aprender a conciliarlas. El ser humano era un ser muy rico y vasto, que solía no encajar en los parámetros arbitrariamente definidos por la sociedad.
La vida se mostraba como una moneda con sus dos caras en donde aquellos que pretendían perfeccionar la misma eliminando la ceca, la destruían. Era imposible pretender suprimir un lado sin romper todo.
Con más preguntas que respuestas, se dieron un abrazo y cada uno se fue para su casa.
Artículo de Juan Tonelli: De eso no se habla.
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Llevaba más de 20 años de casada, teníamos un pacto de fidelidad pues esto es cuestión de voluntad y es lo que habíamos determinado que queríamos; hace dos años descubrí que mi esposo ha sido infiel desde hace mucho,casi desde el inicio de nuestra relación; su última relación fue con una compañera suya de trabajo casada; nada del otro mundo, gordita pero disponible, aún así el le conseguía trabajo donde el trabajara, conectes,etc.; fue una relación de años y no me dí cuenta porque tenemos una hija autista con una enfermedad asociada que poco tiempo me deja incluso para dormir, además que el viaja con mucha frecuencia; fue todo un proceso; nuestra relación ya no lo es más que en un papel aunque el se empeñe en otra cosa; efectivamente los sentimientos cambian, la forma en que vemos a quien vive con nosotros también; nunca pensé en si yo tendría relaciones con alguien más hasta este momento y no pienso más en la forma en que lo hacía hace 20 años, hoy creo que hay conceptos que podemos acordar y respetar; lo mejor es ser claro y absolutamente sincero al respecto; esta experiencia me enseño a sentirme bien sola, completa y feliz conmigo misma pero ojo, la terapia ayuda a aceptar este proceso y no todos podemos sentirnos bien así y la persona infiel siempre corre el riesgo de acabar así, sola y sin familia si es descubierto; ser fiel es cuestión de voluntad y estar con alguien también; se trata de compromiso y no todos están hechos para eso.
Qué difícil Isela…
Por otra parte, pensaba que esta situación tan dolorosa te permitió algo que debiera ser natural: sentirte bien sola, completa y feliz con vos misma. Y esto no es ninguna exaltación a que no estemos en pareja, sino más bien lo contrario. Convencido que uno solo puede estar bien con una persona y «encontrarse» en el sentido profundo de la palabra, si es capaz de estar bien con uno mismo.
Un abrazo
Es verdad que el tema de la fidelidad es una costrucción social para favorecer la crianza de los hijos.. quizás un poco incompatible biológicamente porque los instintos solo quieren asegurar la progenie independientemente de la pareja (solo importa que sea una buena dotación genética y eso está relacionado con las afinidades). Pero pienso que es una elección personal. Moralmente se nos enseña que la fidelidad es buena, uno elige aceptar este concepto o no. Uno está condicionado por los valores espirituales por supuesto, pero debería ser consciente de las consecuencias de no aceptarlo y no simplemente hacer las cosas como un capricho adolescente. Si un hombre está casado y es infiel corre el riesgo de perder todo lo que construyó por años y provocarle dolor y sufrimientos a sus hijos por todo el trauma que implica una separación, si él elige afrontar ese riesgo, es libre de hacerlo; lo mismo para una mujer. Desde mi opinión personal, la fidelidad es algo muy lindo porque nos demuestra que otra persona es capaz de sacarnos de nuestro egoísmo y elegir controlar las pulsiones sexuales como personas «racionales» que somos, y pensar un poquito en los demás, ni hablar cuando esos «demás» son los hijos, además de la pareja. Tengo 28 años y estuve con una persona toda mi vida, y si bien ya no, mientras estuve con él no sentía la necesidad de estar con nadie más, teniendo la libertad de hacerlo. Por eso concluyo, ser fiel es una decisión personal (por más que sea proveniente de una construcción social) que demuestra el grado de madurez de una persona que es capaz de romper el egocetrismo y pensar en los demás y no solo en sí mismo. Es mi opinión.
Muy bueno Mari, muchas gracias!
Me da pena leer esta conversacion (si es que realmente existio) y de ser asi tambien siento pena por estos pobres hombres, que habiendo alcanzado esa edad mantengan una mentalidad tan precaria en donde se ven a ellos mismos como animales instintivos mas que seres humanos. Encuentro ironico que hablen de libertad, y a la vez describan a la infidelidad como algo necesario, de lo que estan «presos» y que no pueden evitar. Creo que se estan olvidado de el factor mas importante que nos constituye como seres humanos, que es la de ser seres pensantes, reflexivos, con la capacidad de ELEGIR y hacernos cargo de eso que elegimos. Y de eso se trata verdaderamente la libertad, de poder ELEGIR, y asumir las responsabilidades de aquello que uno elige.
Estos hombres toman al sexo como algo que los controla, se posicionan en el lugar de animales instintivos que no pueden evitar acostarse con otra mujer, o que «necesitan» hacerlo, y yo me pregunto..que tan libres son entonces? Creo que el unico pensamiento que deberia erradicarse de esta sociedad actual, es la de considerar al hombre como un ser con «necesidades que lo controlan», el hombre tiene la capacidad de ELEGIR, ser infiel es una eleccion. Este pensamiento que posiciona al hombre como una pobre victima que ve un culo, y no puede evitar acostarse cual perro alzado con esa mujer, me parece que los rebaja, justamente a la condicion de ANIMALES.
Pero claro es mucho mas facil posicionarse desde ese lado, hablar de una pseudo-libertad y creerse libres porque engañan a sus esposas, cuando la realidad es que evitan a toda costa elegir…quieren la familia y quieren la amante, quieren todo, es decir, no eligen nada. Y como consuelo culpan de todo a «las necesidades masculinas».
Son seres humanos, son seres terrenales, y animales tambien. Tienen un cuerpo fisico, con hormonas e instintos. Pero son ALGO MAS QUE ESO. Los invito a descrubir la maravilla de la libertad, y de hacer elecciones concientes, y porque no a trascender de algun modo. A estar implicados en aquello en que quieren convertirse como seres humanos, a descubrir QUIENES SON. O realmente piensan que vinieron a este mundo para «ponerla en muchos agujeros, y ya»?? tan patetica quieren que sea su existencia? Yo no puedo entender como las personas no son capaces de elegir, y de jugarze por aquella eleccion. Prefieren quedarse en lo mediocre, y convertir la sociedad en medriocre, darle el nombre de «open mind» o «moderno», y asi en un mundo donde lo medriocre es lo normal, se aseguran de no tener que exigirse nada mas a ellos mismos.
Hola «Alguien», que juicios tan pesados. Llama mucho la atención que con tantos valores y reflexiones profundas tengas que abrirte una casilla de mail anónima para poder decir lo que pensas… Que por otra parte, está muy bien.
La historia no pretende decir que esas conductas están bien. En lo más mínimo. En todo caso, poner un poco de luz en una problemática que está totalmente tapada, y con una mirada muy hipócrita.
Pero el hecho que esté tapada y que sea muy común, no la convierte en correcta! No porque el 9 % de personas fumen marihuana diariamente en Argentina, la convierte en algo bueno para la salud…
Así y todo, me parece que en el caso del cuento, el gran desafío es poder hablar de lo que pasa, y no hacerse el distraído. Pero es difícil hacerlo cuando mucha gente como vos se enoja con tanta facilidad y emite juicios tan pesados y categóricos. Ahí no hay lugar para la escucha. Cómo se puede solucionar o corregir algo que no se comprende? Y por qué nos enoja tanto? Será que nos implica? Son algunas de las preguntas que me surgen.
Un saludo
LLEVO 21 AÑOS DE CASADA (TENGO 35)Y CREO FERVIENTEMENTE QUE SER FIEL ES UNA CUESTION DE RESPETO;MUTUO.SI TENES NECESIDAD DE ESTAR C OTRAS PERSONAS LO MEJOR SERIA SER VALIENTE ;SEPARARSE Y VIVIR CADA CUAL COMO QUIERA Y CON QUIEN QUIERA SIN LASTIMAR A NADIE,O PONER EN LA BALANZA Q ES MAS IMPORTANTE EN LA VIDA SI LA FAMILIA Q HAS CONSTRUIDO O VIVIR ALGUNAS AVENTURAS Y ARRIESGARLO TODO!
mira, Juan …yo pienso igual que Alguien, no creo que sea un juicio PESADO, es lo que pensamos y punto, te guste o no te guste, no todos somos IGUALES……y NO ESTAMOS ENOJADAS-OS. solo LO SENTIMOS ASÍ.
Me parece bárbaro Liliana ! Y está muy bien ! Lo de «alguien», llama la atención que arme un mail para esconderse de algo que no tiene por qué… Un beso!
Que tema difícil…es verdad, de esto no se habla! es más fácil negarlo, perdonarlo o como dice un comentario: culpar a las «necesidades masculinas». Lo cierto es que somos y pensamos diferentes, y eso es algo muy bueno! cada pareja es un mundo! , y yo respeto totalmente todos los pensamientos.
Lo que sí me parece importante es que en la pareja exista la sinceridad, porque si se acuerda que pueden tener aventuras, no deberían existir problemas… está todo más que claro. Lo ideal es que se plantee en la pareja el tema y se llegue a un acuerdo para que exista, como dije, la sinceridad y la igualdad de derechos… porque parece muy macho y piola ser infiel a la esposa… pero que pasa si sucede también que la esposa es infiel? ahí cambian las cosas? no deberían cambiar… sino el «juego» no es equitativo… y así NO VALE! jajaja!
Yo personalmente elijo ser fiel y decido que la persona que está a mi lado piense igual…el día que esto cambie me replantearé el tema para poder volver a elegir… pero eso es lo importante: TENER EL DERECHO DE SABER Y ASÍ PODER ELEGIR! y no jugar a los engaños…. porque creo que lo que duele y enoja es eso: la falta de sinceridad, contradiciendo lo que menciona el principio del texto: «Después de los cuarenta años ya no había tantas cosas que aparentar.» jajaja!!! no aparentan a sus compañeros… pero que pasa en sus casas?
Muy bueno Daniela, muchas gracias.
El cuento dice explícitamente que esos amigos reconocen la reciprocidad (aceptando que sus esposas tuvieran aventuras)…
La pregunta que no calla y vos lo señalás bien, es el nombre del título. Por qué no se habla de esto? Hay muchas respuestas posibles, pero creo que el ejercicio principal es empezar a registrar este tabú. No por negar la realidad (que no nos gusta) se resuelven los problemas. Más bien todo lo contrario.
Exacto! no por negar la realidad se resuelve… hay que hablarlo, más que nada dentro de la pareja y así buscar el equilibrio…
El cuento es claro, una cosa se pensaba cuando se era joven y ahora es otra cosa, con el tiempo las personas cambiamos y las relaciones también. Alguna vez leí por ahí que cuando prometímos fidelidad no sabíamos que estabamos prometiendo, entonces, por qué no podrían cambiar las reglas en el camino y si la pareja está de acuerdo en tolerar ciertas infidelidades, por qué no?. El tema de la fidelidad varía mucho de acuerdo a la cultura en que estemos y a como fuimos criados, «de eso no se habla» por el miedo a lo que van a pensar de uno, es un tema tabú, por ende será un tema en el cual va a ser muy difícil ponerse de acuerdo si somos personas de cultura y criados diferentes, como dice Ricardo en el cuento pueda ser que dentro de 20 años este concepto desaparesca.
En lo personal he sido infiel y un día me di cuenta que mi pareja lo estaba haciendo también, ciertamente se me movió el piso pero recapacité mucho y llegamos a un acuerdo que no importaba lo que iba a pasar de ahí en adelante, que nos ibamos cuidar y eso sí, nuestra pareja iba ser prioridad. Con el tiempo he llegado a pensar que el matrimonio tal y como está concebido no funciona, pero de esto se da cuenta uno mucho tiempo después, ¿por qué tanto divorcio?, ¿por qué la gente se casa menos?
Sé que mi manera de pensar no será compartida ni es aceptada en nuestra sociedad y ni siquiera por nuestros amistades, pero a nosotros nos dio en excelente resultado.
Respeto a las personas que son fieles autenticos, pero no creo en los que hacen alarde de esta virtud y menosprecian a los que no la tenemos.
Termino con la frase del más aplomado del cuento: “-yo no creo que esto sea solo un tema de nuestra edad; me parece que dura toda la vida. En esta edad todavía nos quedan bastantes hormonas, y cuando llevamos diez o más años con una misma persona, también necesitamos otras cosas que sabemos que no vamos a obtener en la pareja…”
Hola Juan y demás lectores:
Antes de desbordarme y apuntar a la pregunta debo decir que me llamó la atención el hecho de que hablemos de respeto, elección, libertad, fidelidad, sinceridad, familia, instinto, etc.; pero que ninguno haya mencionado la palabra: amor. Así como se dijo que la fidelidad era una construcción social, yo creo que la familia lo es. Nadie elige a los padres, a los hermanos, a los primos, pero sí elegimos a nuestros amigos, a nuestra pareja ¿Verdad? ¿Por qué nos enamoramos de “alguien” y no de “otra persona”? ¿Nos animaríamos a decir que el sentimiento no tiene peso en este tema? Por supuesto existen necesidades humanas (y animales) que tenemos que saciar (podríamos coincidir con Maslow en su pirámide) pero no se preocupen, no desarrollaré un estudio psicológico en este comentario. Puedo acostarme con una persona y sentirme como si estuviese desarrollando un ejercicio físico solamente, o puedo embriagarme hasta las lágrimas por el sólo hecho de ver sus ojos al mismo tiempo que tengo un orgasmo, por lo tanto a la hora de elegir con quien quiero compartir mi cama y mis días, mi elección se inclinará por la experiencia que mayor dicha me causa Es cierto que el sentimiento va cambiando con el tiempo, que ya conocemos ese cuerpo hasta el último lunar, que la vida se nos da vuelta en cuanto apoyamos los pies en el suelo y dejamos el colchón pero cuando encontramos esos ojos que nos miran como nadie nos había mirado antes, cuando escuchamos ese timbre de voz que nos hace darnos cuenta porque estamos donde estamos, esas manos que cuando nos acarician nos están hablando, sabemos que no existe otra persona en el mundo que podrá saciarnos física y emocionalmente. La responsabilidad familiar, la culpabilidad tal vez nos arrastre a otra cama, a “cumplir” con lo debido, a mantener el equilibrio, y alguno hasta dirá “por los hijos”, pero ¿qué mejor enseñanza para un hijo que el ejercicio de la honestidad para con nosotros mismos? Conclusión: ¿por qué no hablamos de la infidelidad? en mi opinión, porque hace temblequear nuestras estructuras sociales y tenemos miedo de ser honestos (nos estaríamos re-conociendo). La sensación de seguridad, nuestra autoestima y nuestro círculo social se resentirían; preferimos el «maquillaje», personalmente prefiero mi cara lavada.
Chapeau Silvia ! Impecable ! Muchas gracias por tus agudas y conmovedoras reflexiones. La historia pretender provocar, básciamente. Poner un tema en la superficie. Un abrazo grande y gracias de nuevo!
tarde o temprano nos llega nadie muere mocho ,de la muerte y de los cuernos no se salva nadie… me encanto
y es cierto que los problemas de los hombres ,son pocos y siempre los mismos
un abrazo
Personalmente me cuesta un poco comprender la perspectiva de los personajes del cuento y no me refiero a la infidelidad en sí, lo que me cuesta y mucho es que se la ponga como una especie de «problema», que el infiel es como incomprendido o condenado.
Lo que me hace ruido y me encantaría comprender, es si el hombre o la mujer quiere tener esa «libertad» porque ponerla en práctica desde la infidelidad? y cuando digo infidelidad es cuando hay alguien engañado, no sería más fácil asumir esa posición, poner las reglas al juego y por ende encontrar sin engaños alguien que comparta ese pensamiento?
Lo que me «molesta» es la búsqueda de excusa que encuentro en las conversaciones del cuento, me pregunto… para qué casarse? o para qué tener una pareja estable engañada? no es más honesto con uno mismo ser como uno quiere sin necesidad de mentir a otros?
Sospecho que la respuesta está porque no sería fácil alguien que acepte tranquilamente esas reglas si en ellas está involucrado el amor. Y no me refiero solo a las mujeres, creo que pega mucho en el ego del otro asumirlo, y creo que justamente «eso no se habla» porque corazón que no ve no siente y de esa manera nadie tiene el ego herido. Pero entonces me pregunto, reclamamos algo pero no estamos dispuestos a vivir desde la verdad?
Es un temita ardo complicado… sobre todo porque enseguida lo ponemos como un tema de hombres, y cuando se habla desde la mujer es altamente condenado en ellas y por ellas.
La verdad que así como esta «sin hablarse» los hombres se las llevan de ganar, porque las mismas mujeres siempre le ponemos excusas, la fulana lo tentó, se metió en el medio, es una hdp etc.
Yo me consideraba bastante pacata en el asunto, pero asusta ver como se esconden y excusan tanto hombres como mujeres el problema, con la culpa a la tercera persona.
Creo que la verdad es que nadie quiere fidelidad en la sinceridad, esa es la verdadera fidelidad, creo.
Mal día pal gaucho!!!!. Con tristeza admito que mi pensamiento solo pasa por la cuenta bancaria. El amor dejó de ser importante en el mismo momento que nos aburrimos del sexo. Siempre existe un alguien que te comprende más o mejor, o simplemente te «piace». Y comienza un nuevo enamoramiento. Ojo al piojo, hay que ser muy valiente para admitirlo, durante un tiempo nos convencemos que no está sucediendo, que ya pasará. Mala señal. Porque aquí es el saldo en el banco quien lleva la delantera. Todo depende de la ambición de los involucrados en la relación.
Mejor busquemos la forma de no herir a nadie y hablar con claridad qué es lo que queremos de una relación.
me separe por el rencor de mi corazón casada durante 15 años creyendo en el amor apostando y proyectando lo nuestro…cuando todo se derrumbo en unos meces cuando mi ex conocio a otra mujer,yo lo respete siempre trate de seguir como podía pero evidentemente deje de quererlo ..me sentí estafada esa era la palabra hoy no creo en ningún hombre…disfruto de mi soledad,mis proyectos son mios y creo que no le voy a dar oportunidad a nadie mas ..para no volver a pasar por lo mismo….todavía duele y estoy muy resentida…
Está bueno aprender a estar solo y disfrutar de la soledad, Azucena, porque es imposible estar bien con alguien si uno no sabe primero estar bien con uno mismo…
Pero estar resentida y no metabolizar la situación es una lástima. La principal perjudicada sos vos. Tendrías que soltar y sanar eso, solo para sanar tu alma. Después ver si tenés ganas y si encontras alguien razonable con quien caminar la vida. Pero refugiarte para no exponerte a sufrimiento, también es un sufrimiento en sí. Hay que confiar en la vida. Uno no puede vivir cerrado ni defendiéndose. La vida nos deja de lado. Es lo que creo…
Un beso