Me casé hace más de 20 años porque estaba embarazada. Él quería casarse antes que naciera nuestro hijo y yo prefería esperar.
Las decisiones siempre las tomaba él sin importar lo que yo quisiera. Vivíamos peleando y sus celos enfermizos fueron lo peor.
No podía vestirme como quería. Si me bañaba y perfumaba era motivo de pelea. Ni hablar si me maquillaba.
Me acusaba de estar con otro, de ser una cualquiera, una mujer fácil. Llegamos a tal extremo que cuando tuvimos que operar a nuestro hijo y me quedé a cuidarlo en el hospital, al volver a casa para cambiarme de ropa y dormir un rato, me gritó diciendo que yo me estaba acostando con los enfermeros y médicos.
Sus celos me afectaron mucho y me enfermé de pánico social. No quería estar con nadie y cuando veía tres personas  juntas  entraba en pánico. No podía respirar  y me desmayaba.
Cada vez que salía de casa, aunque fuera a hacer las compras, volvía corriendo para no tardar y que no me acusara.
Fui débil, nunca pude tomar la decisión de irme aunque lo pensé infinidad de veces.
Siento un vacío y una tristeza muy grande.

Por suerte mis hijos me reconfortan. Estoy saliendo adelante, trabajando y estudiando. Y solo quiero vivir en paz.
Lourdes
A qué le tenemos tanto miedo para aceptar lo inaceptable?
Por que no nos animamos a abrirnos y seguir nuestro camino?
Lo que más se le parece a la felicidad, es la tranquilidad.
Si te gustó la historia compartila.

Si queres contarme la tuya con fotos o sin ellas ingresá en “contacto”, dentro de esta misma página.

La ilustración es de @whiterabbitarte