Después de separarme quedé muy mal económicamente.
Mi ex perdió su empleo lo cual terminó de hundirnos porque ya no podía ni cumplir con el modesto acuerdo que teníamos.
Yo trabajaba mucho pero no era suficiente.
Siempre tuve un admirador 35 años mayor -casado y con nietos-, que siempre me manifestaba su interés con flores, comidas, libros y perfumes. Yo me dejaba querer, pero nunca me había gustado como para tener una relación él.
Con el tiempo las deudas me estaban asfixiando y mis amigas me decían: ¿Por qué no le pedís ayuda a tu admirador?
Yo no quería hacerlo porque temía que eso significara un cambio en la relación. Pero como no lograba salir a flote un día me armé de valor y lo invité a tomar un café.
En el encuentro fui directo al grano: “estoy complicada económicamente y si querés estar conmigo te voy q cobrar por cada encuentro”.
Sin darme cuenta me estaba convirtiendo en una prostituta.
Todo duró algunos meses hasta que me ofreció casarse conmigo. Él estaba enamorado y dispuesto a dejar a su familia por mí.
Yo no lo amaba, solo le tenía un gran cariño y mucho agradecimiento, porque siempre me había ayudado y nunca me hizo sentir mal.
Aunque casarme con él hubiera significado la oportunidad de cambiar radicalmente la vida de mis hijos y la mía, le dije que no podía hacerlo porque no lo amaba.
Nos dejamos de ver y aunque han pasado muchos años y él ya es un hombre mayor, siempre me envía flores para mi cumpleaños.
Eva
—-
La única forma de mirar nuestra vida es con suma misericordia.
—-
Si te gustó la historia compartila.
La ilustración es de @whiterabbitarte
Deja tu comentario