Soy hija única producto de una relación pasajera. Mi madre se juntó con un hombre cuando yo tenía 7 años.
Su hobby era pegarnos, y no porque fuera alcohólico. Los únicos días que no nos pegaba era en los cumpleaños y fiestas como navidad y año nuevo.
Fui creciendo, ocultando el maltrato en mi casa. Me transformé en una mentirosa nata.
Leía mucho, era una forma de evadirme de la realidad. Creía que así eran todas las familias. Pero miraba a mis compañeras de escuela y no podía entender cómo eran tan felices.
Con los años me di cuenta de que mi pseudo familia no era normal.
El destino me puso en manos de un hombre con el que vivo hace 40 años, con hijos y nietos.
Soy feliz, lo merezco, aprendí a perdonar a mi «papá» que tanto me maltrató a mí y a mi madre, ante la indiferencia o impotencia de ella que no hizo nada para impedirlo.
Cuando él estaba muriéndose yo lo acompañé, lo perdoné, y eso me da paz.
Susana
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La historia de Susana me llegó por el tema del perdón. Aún en las situaciones más difíciles, siempre es posible perdonar.
El perdón es algo mucho más importante para el que lo da que para quien lo recibe.
Negarnos a hacerlo nos daña más a nosotros que a quien nos lastimó.
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La ilustración es de @whiterabbitarte
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