En una cena familiar un primo de mi marido lo enfrentó pidiéndole explicaciones frente a los crecientes rumores de que él era un estafador.
Él negó todo y juró no estar involucrado en negocios “sucios”. Creí sus explicaciones y seguimos adelante.
Un año después la Justicia allanó nuestra casa, se llevaron computadoras, el auto, y cosas de valor. A eso le siguió un juicio penal por estafa y 5 años de cárcel.
Me sentí devastada. Por suerte, tanto mi familia como la de él, me apoyaron.
Decidí separarme en pleno juicio. No reconocía a mi marido en esa faceta de estafador. Me desenamoré en seguida, me dolió todo lo que hizo, y necesité hacerme valer como mujer y madre.
Mis hijos estaban grandes así que nos mudamos a otra ciudad donde me busqué un trabajo. Hasta entonces siempre había sido ama de casa.
Conocí a un compañero de trabajo y nos casamos 2 años más tarde.
A mi primer marido lo llevo en mi corazón y siempre lo pienso porque compartimos 20 años. Pero no soportaba estar al lado de alguien que había sido un gran estafador.Luisa
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Algunos sostienen que nadie conoce verdaderamente a su pareja. A lo sumo el 30 o 40% de su vida. Como la punta visible de los icebergs.
Será porque escondemos nuestras vulnerabilidades, o porque no queremos ver las dificultades del otro que pueden amenazar nuestras ilusiones, proyectos, seguridades?
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La ilustración es de @whiterabbitarte
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