Soy una hija no deseada de un matrimonio obligado por el embarazo. Cuando tenía 8 años mis padres se separaron y nos repartieron: mi hermano se quedó con mi padre y mis abuelos, y yo con mi madre, que a su vez me dejó con unos tíos que yo no conocía.
Después mi papá me buscó y llevó a vivir con sus padres quienes siempre me recordaron que yo era la culpable de todo.
A eso hay que agregarle que mi abuelo abusador. Según él, era el único que me iba a amar.
A mis 12 años mi madre reapareció por una semana y volvió a irse.
Crecí sin establecer amistades, hasta que conocí a mi esposo. Es el único amigo que tengo y que me acepta tal cual soy.
25 años después mi madre se comunicó conmigo, quizás creyendo que yo podría hacer como si nada hubiera pasado.
Me dijo que todo había sido por mi culpa. Pero por suerte esa vez yo ya tenía el apoyo de mi marido.
Llevo 35 años de pareja y muchas personas me siguen diciendo que no es normal que solo confíe en él.
Corté relación con la familia que tanto me hizo sufrir, y elegí a la familia que formé con mi esposo.
Patricia
Cuántos de nosotros, sin llegar a este extremo, somos huérfanos emocionales, porque nuestros padres eran incapaces de conectar, de contenernos?
Hay personas que creen que por haber engendrado a alguien, ese ser tiene una deuda de por vida con ellos.

Si te parece que la historia puede aportar algo a otras personas, compartila.

Si queres contarme la tuya con fotos o sin ellas, escribime  a jotateuno@gmail.com O en forma anónima ingresando en contacto.

La ilustración es de @whiterabbitarte