Fabián Vázquez tenía todos sus ahorros en una cuenta bancaria. Eran muchos años de trabajo y constituían su capital y el futuro de su familia.

Cuando estalló la crisis del 2001, fue uno de los innumerables damnificados cuyo dinero quedó atrapado en el corralito.

A diferencia de otros, no pudo sacarlo con un recurso de amparo, por lo que no le quedó más remedio que un juicio ordinario. Después de 8 años de litigio, pudo recuperar su dinero.

Sin ninguna confianza en el sistema financiero, optó por guardar todos sus ahorros en una caja de seguridad de algún banco cercano a su casa.

Eligió el Banco Macro, sucursal Congreso. La misma que unos días más tarde los boqueteros asaltaron, vaciando todas las cajas de seguridad, incluída la de Vázquez.

Artículo de Juan Tonelli: Sin refugio.