La tradición cristiana simboliza en el Huerto de los Olivos, a ese encuentro de una persona con el sufrimiento extremo y con la muerte. Y ese encuentro, es siempre una experiencia de una gran soledad: nadie muere acompañado.
Todos tenemos nuestros Huertos de los Olivos. Son esas catástrofes personales con las que la vida nos confronta, y a las que no hay manera de evitar.
El Huerto de los Olivos es esa toma de conciencia del inminente sufrimiento y dolor que tendremos que atravesar, sabiendo que no hay forma de impedirlo.
Pero siempre, después de la muerte o de un dolor de muerte, asomará la vida.
Perder puede ser liberador; por qué qué se puede perder después de perderlo todo?
No hay más miedo de perder.
No hay más nada que sostener. Ni siquiera hay nada por hacer.
En la hora justa, la vida nos estrellará contra ese muro de dolor y de muerte.
Y pese a que nosotros nada podamos hacer, lo atravesaremos. Del otro lado, nos esperarán crecientes grados de libertad y de vida.
No se puede resucitar sin haber muerto.
Artículo de Juan Tonelli: Después del palo.
Juan
Parece que me estuvieras hablando a mi.
Es excelente tu escrito.
Yo he pasado por un enorme dolor con la partida de Santiago mi hijo , y aun vivimos en carne viva.
Muchas gracias.
Juan Carlos Poli
El dolor es siempre lo más difícil pero…. parecería absolutamente necesario transitarlo para crecer o resucitar a un nuevo modo de comprender la vida….
Las personas más maravillosas que he conocido llevan siempre un secreto en su corazón: «sufrieron mucho» y cuando las reconozco de un modo claro, siempre me hago la misma pregunta: ¿Cuál habrá sido la causa dolorosa que ha generado este ser tan transparente, tan especial?…. No siempre encontré la respuesta pero…. las veces que sí, pude comprobar esta realidad que tan bien describís.
Mariel
Es una gran verdad, Mariel. Las personas más maravillosas, son, por lo general, personas que han sufrido mucho.
Muchas gracias por escribir.
Un beso!