Comprender y apoyar
Nuestros hijos son un gran espejo en el que, a [...]
Nuestros hijos son un gran espejo en el que, a [...]
Cómo sería tu vida si la mirada de los otros no te importara tanto?
Cómo sería tu vida si no tuvieras ambiciones? Nada que lograr, nada que sostener, nada que esperar? Las metas y objetivos; nos empujan hacia adelante o son una fuente inagotable de sufrimiento?
A nadie le gusta que le impongan las cosas. Por lo general, los rechazos tienen más que ver con las formas en que pretendemos imponer las cosas, que con lo que queremos hacer en sí. Por eso, tanto sea con el prójimo o con nosotros mismos, tenemos que aprender a hacerlo con delicadeza.
Solemos idealizar a los demás. Ellos no sienten miedo como nosotros, no son cobardes, tienen una vida plena y maravillosa. Sin embargo, aunque nos cueste creerlo, tienen nuestros mismos problemas. Los problemas de los seres humanos son pocos y siempre los mismos.
Cuando sentimos tanta presión por lograr objetivos (propios o socio culturales), la vida se vuelve un infierno. Somos incapaces de aprender, de disfrutar, de ser curiosos. Solo hay espacio para cumplir y conocer temporalmente una suerte de alivio que dura hasta la nueva prueba. Por suerte hay mejores maneras de vivir.
Las crisis nos interpelan. Nos ponen a prueba para que desarrollemos nuestros recursos y crezcamos. Los hijos son una gran oportunidad para hacerlo, y además de ayudarlos a crecer a ellos, reparar nuestro pasado.
Una parte nuestra nos exige, nos juzga, nos condena, nos ordena... Otra tiene que cumplir las exigencias, las órdenes, aguantarse los juicios y condenas... Y sin embargo, ambas partes somos nosotros mismos. Qué tal si ponemos a dialogar a las dos?
La competencia y la exigencia con nosotros mismos puede ser infinita. Niesztche decía que a los fantasmas había que darles la mano para que se convirtieran en duendes. Poder ver nuestros fantasmas es empezar a que dejen de condicionarnos.
La exigencia -y muchos sentimientos- suelen ser transmitidos de formas mucho más sutiles que las meras palabras. Poder percibir toda la información que no está contenida en palabras nos ayuda a comprender la realidad en la que estamos inmersos.