El pianista había realizado una grabación de las variaciones Goldberg, sin precedentes.

Su interpretación de la famosa obra de Johann Sebastian Bach tenía un brillo único y una velocidad únicas. El disco fue récord de ventas y esa versión pasó a ser considerada la mejor de todas.

Veinticinco años después, la misma discográfica CBS decidió tentarlo para que hiciera una nueva interpretación  conmemorativa de aquél registro histórico. Pese a estar mayor, el pianista aceptó el desafío con mucho entusiasmo.

Esta nueva interpretación tuvo aún más brillo que la anterior. El pianista se daba el lujo de tocar y disfrutar cada nota, pudiéndoselas escuchar como si fueran únicas y en cámara lenta, cuando en realidad eran todo lo contrario. La misma obra interpretada por el mismo artista, había pasado de durar 38 minutos,  a más de 52.

Este registro se convirtió en la mejor versión de las variaciones Goldberg  de todos los tiempos y su excelencia no tuvo precedentes. El disco fue un éxito absoluto de ventas, con millones de oyentes fascinados con escuchar e identificar cada nota que el pianista había tocado como si tuviera todo el tiempo del mundo.

Los críticos musicales tenían opiniones controvertidas. No eran pocos los que sostenían que al tocar la obra algo más despacio de lo debido, se traicionaba el espiritu de Bach. Los mas resentidos, decían que no la tocaba más rápido porque estaba viejo. Sin embargo, nadie atinaba a emitir una sola palabra acerca de la profundidad y claridad de sonidos que el artista había logrado extraer de cada nota.

Pese a ser muy reacio a los medios periodísticos, el pianista accedió a un reportaje de una revista especializada. El entrevistador era un reconocido crítico musical y comenzó su tarea con una pregunta a quemarropa: – «Maestro: ¿por qué tocó las variaciones Goldberg tan despacio?»

Luego de escuchar la pregunta, el pianista se paró y fue hasta su piano. Se sentó en el taburete, y luego de tomarse unos breves instantes para concentrarse, empezó a tocar el pasaje mas difícil y exigente de las variaciones. Lo hizo de una forma impecable y a  una velocidad  aún mayor que la histórica grabación de 25 años atrás.

Concluida la pieza se puso de pie, cerró el piano, y se acercó al periodista. El maestro había demostrado que sus habilidades estaban intactas. El reportero se preguntó para sus adentros, cuál sería la razón que habría llevado al músico a tocar la obra tan lentamente.

Con una gran paz interior, el pianista preguntó: -«Sabe por qué interpreté las variaciones tan despacio?»

Luego de una pausa que parecio una eternidad, continuó: -«Porque puedo».

Dicho lo cual saludó cortésmente y dio por terminada la entrevista.

El periodista se retiró intentando comprender el sentido de las palabras del maestro. Se preguntó por qué cuando las personas sienten miedo y las cosas se ponen difíciles, tienden a apurarse.

Se dio cuenta que la obra de Bach no solo no había sido traicionada, sino que estaba en las mejores manos. En las de alguien capaz de tocar al ritmo que él quisiera, y no al que usualmente imponen los inevitables miedos de los hombres.

Artículo de Juan Tonelli: Cuando la velocidad es sinónimo de miedo.